Saturday, March 9, 2013




How would you like to sit and chat for a while and have a nice warm cup of coffee or tea? There are so many topics we can discuss on this cold and sunny afternoon, poetry for example, one of the loveliest genres of literature. How wonderful it feels to let ourselves be led by the imaginary hand of that delightfully honeyed voiced poet; to accept the invitation of profound enjoyment of his word and to loose ourselves in another time and space, to see life through his eyes…
I am fortunate to know many poets and would like to share with you this example. His name is Rene Rodriguez Soriano, my dear friend and one of my favorite poets.

¿Qué les parece si nos tomamos un café o un té bien calentito y nos sentamos a conversar?  Son tantos los temas que podríamos desglosar en esta tarde soleada y fría. Por ejemplo, la poesía, uno de los géneros más hermosos de la literatura. Que maravilloso resulta tomar la mano imaginaria que nos extiende ese poeta del decir meloso y embriagante. Aceptar esa invitación al disfrute total de la palabra, a perdernos en otro tiempo y espacio, a ver la vida a través de sus ojos…
Yo tengo la fortuna de conocer a muchos artistas del buen decir y aquí quiero compartirles este ejemplo. Su nombre es Rene Rodríguez Soriano, mi amigo del alma y uno de mis poetas predilectos.
Marisol

AZULES QUE SE CAEN DE MORADOS
TANTO DIO LA PIEDRA SOBRE EL CÁNTARO, que se secaron los olivos. Ella tenía los ojos turbios y un turbante azul, azul como las mallas que se interponían entre mis ojos, mis manos y sus piernas, y su piel y mis pasiones; mis deseos. El agua de la fuente era dulcísimo, y cuando no, llovía a cántaros; ella cantaba una canción en la ventana azul. Azules, como sus sueños en mis manos, como el mar en lontananza, y lejos. Yo cantaba un cantar entre sus piernas (sin las mallas azules, por supuesto); la lluvia decía afuera sus cosechas mientras, en guardia, el guardián tosía y cruzaba vigilando la terraza.
Desátame la falda, me decía; desátame las ansias y el fuego y las ganas de saltar y saltar del bolling jumping. Tanto pendió el racimo, que me secó los ojos y el deseo. Sabor que se me pierde por las comisuras, por los dedos y todos los sentidos. Sabor que sabe a fresas y se chorrea como el vino que baja por las uvas; dos. Las dos que cuelgan, plenos pezones que casi revientan en el vano de la tarde; jadeando, cabalgando cabalgando, sudando con el grito que abre en dos todo el silencio y llama a su centro todas las llamas, y las manos que asen; sueltan y vuelven a asir el aire y los deseos. Lenguas que salen y penetran. Labios que se secan y se mojan. Vides colgando, maceración del tiempo en su jugo.
Yo no bajé con celular ni entré a buscar con mi escafandra el yin y el yan. Sólo bebí con sed hasta saciar todas las hambres, y llenar la pendencia que ella guardaba en una página de su agenda.




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